Garrincha no destacaba precisamente por ser muy inteligente, regateaba fantásticamente, pero según las habladurías de la época su cociente intelectual no era muy elevado (por decirlo de una manera no hiriente).
Fuera como fuese, resulta que durante un día de descanso que aprovecharon los jugadores para visitar la ciudad en la que se alojaban, y de paso hacer algunas compras, Garrincha llegó al hotel de concentración realmente contento; había comprado una radio... que le había costado un buen dinero.
Todos miraban la radio con atención y felicitaban al jugador por tan buena compra, hasta que el masajista se le acercó y le dijo que esa radio no servía para Brasil, pues en la misma solo se escuchaban programas en sueco.
Garrincha no se podía creer lo que le decía el masajista, pero la cuando la encendió solo se escuchaban emisoras suecas (lo normal... pues estaban en Suecia).
El desánimo cayó como una losa sobre el hábil jugador, pues se sentía timado y engañado; pero el "amable" masajista se ofreció a quedarse la radio (como un buen samaritano) si éste le hacía una rebaja.
Evidentemente Garrincha aceptó y le vendió la radio... quedando claro lo de su cociente intelectual.
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